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Ley de resonancia

Ley de resonancia

La ley de resonancia

THORWALD DETHLEFSEN- Lbro “Vida y Destino humano”

 

Todos conocemos a partir de la física el concepto de la resonancia (en latín: resonare-resonar). Un diapasón entra en resonancia solamente con un tono que corresponde a su propia frecuencia.

Si éste no es el caso, el tono ni existe para el diapasón, porque no lo puede percibir. Un receptor de radio sintonizado en onda media, sólo captará onda media en base a su resonancia. No puede reconocer las ondas, corta y larga, por eso no forman parte de su "visión del mundo".

De la misma manera el hombre necesita dentro de sí una  correspondencia para cada percepción. Esa correspondencia debe poder "vibrar" a la par, y entonces a través de ésta resonancia se le torna posible la percepción. Goethe lo formula así en la frase: "Si el ojo no fuera de naturaleza solar, nunca podría ver el sol, si no tuviéramos dentro de nosotros la propia fuerza de Dios, ¿cómo podría encantarnos lo Divino?"

 

Cada persona puede percibir solamente aquellos dominios de la realidad, para los que posee una capacidad de resonancia. Esto no solamente es válido para la percepción meramente sensorial, sino para la comprensión total de la realidad.

Como todo lo que se encuentra fuera de la propia capacidad de resonancia no puede ser percibido, tampoco existe para la persona en cuestión.

Solamente es posible encontrarse con aquellas ideas, personas y situaciones para las que poseemos una resonancia propia, o como lo llamaremos de ahora en adelante: una afinidad.

Sin la afinidad correspondiente nunca se puede producir una manifestación. Si alguien es atropellado en la calle por un automóvil, ni la culpa puramente funcional y legal del otro cambia en algo el hecho de que el accidentado estaba maduro para esa vivencia, si no, este acontecimiento no se hubiera podido manifestar, en su campo de experiencia.

 

El medio ambiente como un espejo

 

Yo se que esta manera de ver las cosas es muy desacostumbrada al principio, pero no se debería tomar la familiaridad de una afirmación como criterio incondicional de que es verdadera. El así llamado medio ambiente es en realidad un espejo en el cual toda persona se ve solamente a sí misma. Nunca

puede ver otra cosa que a sí misma porque de la verdadera realidad total, objetiva, igual para todos los hombres, filtra solamente aquello por lo cual tiene una afinidad.

Cuando por la mañana me miro al espejo y veo una cara poco amable, puedo increparla enérgicamente por su poca amabilidad. Pero la cara en el espejo no se deja impresionar en absoluto por esto, sino que al mismo tiempo me inculpa con igual energía. De esta manera es muy fácil realizar una escalada mutua hasta que le pego a esta cara encarnizada y destrozo el espejo. Pero nadie jugaría este juego con el espejo del baño, porque tenemos conciencia de su función de espejo.

Sin embargo, la mayoría de las personas celebran empecinadamente este juego en su vida diaria. Luchan contra sus enemigos en su medio ambiente, contra los malos vecinos y parientes, contra la injusticia de sus jefes, contra la sociedad y muchas cosas más.

En realidad todos están luchando contra sí mismos, por esto es que en todas partes tenemos solamente perdedores y ningún ganador porque ¿contra quién se podría ganar en una esgrima frente al espejo?

 

Naturalmente la ley de resonancia y del reflejo en el espejo es válida tanto en lo

positivo como en lo negativo. Si el ser humano toma conciencia de la función de espejo de su medio ambiente, surge de allí una fuente insospechada de información. Por más que en el espejo sólo puede verse siempre a sí mismo, empero usamos un espejo porque nos puede mostrar partes de nosotros, que nos resultaría imposible conocer sin este recurso.

Así es como la observación del propio medio ambiente y de los acontecimientos con los que nos vemos confrontados, resulta ser uno de los mejores métodos para el autoconocimiento, porque todo lo que nos molesta en el mundo circundante, demuestra solamente que uno mismo no está reconciliado todavía con el principio análogo dentro de sí.

No le gusta al hombre admitir esto. Pero el hecho de que alguien se moleste por la avaricia de otro, muestra con toda seguridad que él mismo es avaro, de otro modo esto no le podría molestar. Si él mismo es generoso, ¿qué le importa la avaricia de los otros?

Toda persona es capaz de cambiar y transformar el mundo entero de acuerdo a su representación, sin lucha alguna y sin poder exterior. Basta que el hombre se cambie a sí mismo y he aquí que el mundo entero cambia con él. Si en el espejo veo la cara poco amable, lo único que tengo que hacer es sonreír, y con toda seguridad me sonreirá.

Quien cambia su afinidad, recibe un programa nuevo, ve un mundo distinto. En todo lo que le sucede al hombre, debería preguntarse de inmediato: "por qué me está pasando precisamente a mí, en este momento, justamente esto?" Hasta acostumbrarse a plantear estas preguntas, también puede resultar difícil encontrar las respuestas. Empero, también aquí el ejercicio hace maestro y bastante pronto se aprende a reconocer la carga de sentido de los acontecimientos y a ponerlos en relación consigo mismo.

El hombre es el microcosmos y por eso es la fiel imagen del macrocosmos. Todo lo que percibo fuera, lo encuentro también dentro de mí. Si sucede algo desagradable para mí, esto no es más que una invitación a dirigir mi atención a la zona correspondiente en mi interior.

No se puede ser asesinado por casualidad, no se puede llegar a ser rico por casualidad. Las dos cosas solamente se pueden manifestar cuando se está maduro para ello y cuando se posee la afinidad correspondiente.

Así es posible, por ejemplo, conocer a un especialista en "la vida amorosa de las hormigas". Mientras uno todavía se sorprende que pueda haber una persona interesada en un tema tan estrafalario se recibe por otro lado "casualmente" un libro de regalo justamente sobre ese tema. Se lee también en una revista algo sobre ese tema y en una próxima visita se verifica que una persona bastante allegada desde hace años también se ocupa de ese tema, pero nunca lo había comentado antes.

Detrás de esta cadena de "casualidades" que la mayoría ya ha vivido en una forma u otra, no hay otra cosa que la ley de afinidad o de resonancia. De esta manera se recibe con seguridad todo libro, toda información, todo contacto que se necesita, si realmente se lo necesita y se está maduro para ese encuentro. Sin esa madurez necesaria, de nada sirve toda búsqueda y esfuerzo en el mundo exterior El que se cambie a sí mismo, cambia el mundo. No hay nada que mejorar en este mundo, pero sí hay mucho que mejorar en sí mismo. El camino esotérico es un camino de cambio constante, de la transmutación del plomo en oro. El sabio está en armonía con todos los dominios del Ser y por eso vive en el mejor de todos los mundos posibles. Él ve la realidad y reconoce que todo lo que es, está bien. Él ya no busca la felicidad, la ha encontrado, dentro de sí mismo.

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